30 Mitja Marató Sant Cugat 2013
Final del camino
Como venía siendo costumbre ya en esta temporada en los muchos parones, tras una buena carrera aunque no la óptima de la Cursa de la Mercè, volví a realizar la Mitja de Sant Cugat. El recorrido es atractivo para el corredor que recorre varias zonas de la ciudad en dos vueltas y concentra muchos quilómetros en la zona céntrica en la que se pasa en una forma de zigzagueo muy atractivo para los aficionados que tienen varios puntos de vista de los corredores sin apenas caminar.
Por todo lo demás la carrera fue buena, no óptima tampoco como la anterior, tras el parón por la fractura en el codo y una pretemporada a todo gas comencé la primera vuelta con muy buenas sensaciones, siguiendo a la liebre de 1:40h pero intentando aflojar a un ritmo de 5 min/km que sería el ritmo. Me tomé esos primeros quilómetros como la ventaja que luego recuperaría de forma negativa pero controlada. El punto gracioso por el primer paso por el Monasterio, tras el avituallamiento del KM5 fue la pérdida del globo que la liebre tenia para marcar el ritmo. A partir de ahí decidí tomármelo con más calma para llegar al final.
Al final de la calle principal, tras un pequeño giro para coger de nuevo asfalto, me encontré con algún parado que intentaba recuperar bebiendo y le daba fuerza, acto seguido reanudaban su carrera. Uno de ellos quedó cerca de mí y lo fui viendo casi todo el recorrido restante, intentando seguir mi estela. Llegada la segunda vuelta KM11 note un bajón en una subida larga, ahí me di cuenta que no iba a ser fácil llegar al final. Mi ritmo descendió, en muchos tramos intentaba sobrevivir, poner buena cara a las cámaras (véase el video en el KM16) pero internamente sabia que mis piernas respondían con lentitud, el sol pegaba, quería seguir e intentar recuperar un poco, cosa fácil cuando en la mayoría del recorrido te acompañaba un flato que nunca terminaba de irse. Mi pareja y algun amigo que encontré de publico trataba de animarme pero no surjia el efecto esperado de resurgir.
Miraba a mi alrededor y veia de reojo hasta los últimos quilómetros al corredor que me había encontrado en los primeros quilómetros. Resisiamos los desniveles del terreno, en ocasiones suaves, en ocasiones no tanto. Los geles no habían hecho ningún efecto, o no los noté.Así que seguía resisitiendo al cansancio bajando el ritmo. Había pasado el tiempo objetivo y aun quedaban unos quilómetros, llegados al último paso por avituallamiento en el KM20 decidí dar el último empujón hasta el final para maquillar un poco el resultado.
Últimos metros, cuesta abajo, un fotógrafo levantaba su cámara para hacerme una foto, solo quedaba un giro y la meta, saque fuerzas y pegue un pequeño sprint. 1:50, no era mal tiempo para la vuelta tras un mes y medio de duro entreno aunque no me acerqué al tiempo del año pasado.
Mi pareja me esperaba en la meta, unos amigos aparecieron por ahí, y esperando a un par de amigos que llegaran a meta pasó lo que nunca había vivido. Primero un chico agotado llega exhausto vomitando, pasado el mal trago un hombre se desploma en la misma línea de meta, entre los detectores, golpeándose contra las vallas. Segundos después dos auxiliares aparecen rápidamente, yo indico donde está el hombre que necesita auxilio.
Es una imagen desagradable, la gente se agolpa, gracias a dios lo rodean sanitarios y policía. Estrechan la meta con los voluntarios mientras lo intentan reanimar. Yo salgo del recorrido y realizo mis estiramientos. En ese momento dentro de todo el malestar de lo sucedido, aparece el corredor que me seguía, con una sonrisa me dice; «Al final hemos logrado llegar», yo le contesto que sí.
Es hora de volver a casa, las ambulancias aun intentan auxiliar al hombre mientras llegaba el último corredor a meta. Minutos después se hacía oficial el fallecimiento de esa persona.
La Mitja de Sant Cugat fue un día duro, duro trabajo, dura carrera y dura despedida de la vida de un runner. Y al final mi cintilla iliotibial que llevaba tiempo sin acordarse de mi volvió de nuevo.
