En Lloret de Mar destaca el color turquesa del agua, el entorno natural y la arena dorada hacen de sus playas un atractivo irresistible para miles de visitantes que cada año llegan a la Costa Brava. Donde podemos encontrar los atractivos de los jardines de Santa Clotilde, un parque natural orientado al horizonte, adornado con flores y plantas con la delicadeza y el gusto propios del estilo neoclásico catalán. Lloret también es un municipio de estatuas y monumentos. Paseando por la villa se pueden admirar unas cuantas muestras significativas la Mujer Marinera, el Ángel o el Monumento a la Sardana.

A finales del siglo XIX muchos habitantes de Lloret se embarcaron rumbo a las colonias americanas en busca de fortunas. Los pocos que volvieron con fortuna, se encargaron de transformar la fisonomía urbana de Lloret de Mar. Grandes Mansiones en el paseo marítimo, financiaron escuelas y colegios y también contribuyeron activamente a la reconstrucción modernista de la iglesia parroquial.

A principios del siglo XX, Lloret empezó a acoger a familias barcelonesas con un alto poder adquisitivo que decidían pasar allí las vacaciones. Tras la Guerra Civil española, la burguesía de Barcelona volvió a escoger Lloret de Mar como destino de veraneo. Y también empezaron a llegar los primeros extranjeros, influenciados por la fama de Lloret.A partir de los años 50, Lloret empezó una transformación urbanística enfocada al negocio del turismo.